Si a todo lo que aprendemos en familia le sumamos que lo pasamos muy bien, conocemos nuevos lugares de nuestra comunidad y mejoramos las relaciones entre compañeros, podría decir que recibo tanto, o más, de lo que entrego con mi ayuda.
Jeronimo Perez Paz
Hacer voluntariado es una de las mejores actividades que practico en familia. Todos juntos, mi mujer, mis tres hijos y yo aprendemos a valorar nuestro entorno cercano, su fauna y flora, y desarrollamos valores prácticos en los niños relacionados con el esfuerzo, el compañerismo y medioambiente.
Me ha sorprendido que a los niños les guste retirar plantas exóticas invasoras... limpiar playas les cuesta un poco más, aunque a los mayores también. Es tanto así que en un paseo por la zona de Monte de San Pedro, en A Coruña, con mi hija menor de siete años me sorprende cuando dice "tenemos que avisar a los voluntarios porque aquí hay muchas plantas invasoras". Se trataba de Uña de Gato, una planta invasora muy llamativa que ya habíamos retirado en la playa de Baldaio, y que mi hija había identificado.
Pero sin duda lo que más nos gusta son las actividades relacionadas con los animales, como en una ocasión en la que creamos y acondicionamos una charca en la zona de Miño.
Recuerdo una anécdota cuando, limpiando la Playa Abelleira de Paderne en Miño, encontramos un ancla entre el follaje que no pesaba menos de "un millón de kilos" porque, lamentablemente, no fuimos capaces de moverla entre todos los voluntarios y fue necesario avisar al ayuntamiento para que la retirase.
Si a todo lo que aprendemos en familia le sumamos que lo pasamos muy bien, conocemos nuevos lugares de nuestra comunidad y mejoramos las relaciones entre compañeros, podría decir que recibo tanto, o más, de lo que entrego con mi ayuda.